Tan
cebada en mí, tan espesa en mi forma que no me importan ya los carteles
luminosos de las loterías o dejar a mis amigos en bares rondando Buenos Aires.
Y pienso palabras en mi mente mientras que a la hora de escribirlas me achico y
termino tratando de especificar el punto que no reconozco. Sola en mi
esplendor, reconociendo que no todo era tan rosa y tratando de ver ese vaso a
medio llenar, ganas de mandar todo al carajo tengo. Cuando las cosas se ponen
feas y duras y festejar parece el único camino me gustaría irme sola, como hice
esta noche de muy buena manera y decirles a todos que se jodan un poco y que
eso implica tanta humedad como la que mi cuerpo sucumbe frente a un hombre
inexistente. Es tan fácil para todos con sus diecinueve años, que tiene cultura
que saben de esto o tienen estética o se creen lindos o ni siquiera les
importa. A mí no solo me importa sino que a pesar de que bastante bien me salga
nunca lo voy a poder ver bien. Y me encantaría un hombre. Me encantaría
encerrarme en un taper hasta que deje mis problemas, hasta que mis
complejidades me abandonen, la parte que me rio de lo que pensé o sentí y no
solo me siento alejada de ese sentimiento sino que me siento grande como un
dibujo borrador que fue limpiado y rehecho y solo quedan las marcas de lo viejo
pero lo más lindo sobre el lienzo. Se me puede calificar de reflexiva, o de
loca de mierda porque pienso tanto todo y quiero que las cosas salgan bien, eso
lo principal. Cuando uno quiere que las cosas salgan bien no importa la edad o
el coeficiente intelectual porque quieren que salgan bien. Estamos viviendo y
queremos vivir tan bien que nuestra vida sea ejemplar. Todos encuentran el amor
y nisiquiera llegaron a los veinte. Yo puedo decir que viví una vida bien, que
conocí ciertos aspectos interesantes, que como buena observadora me deleité con
acontecimientos que para otros hubieran sido insignificantes, pero tan lejos
estuve de enamorarme. Tan lejos de sentir esa plenitud inmensa inmersa que se
tiene frente al amor. Los hombres que me atrajeron tuvieron cada uno sus
complejidades. No quiero más complejidades. No quiero más nada. Tanto esperar,
tanta felicidad de reecontrame conmigo misma. No quiero reecontrarme mas con
nada, no quiero decir qué buena esta situación porque me soba. Porque no es tan
terrible pero quiero otra cosa. Parece mentira que de repente grite mil versos
y haga hecho lo que nunca se me ocurrió: sumergirme en whisky pero con un fin
artístico, como descompensador de la mente liberador del clítoris que parece
que lo tengo en cadenas, cadenas de exigencias. Yo estoy llorándole al mundo
con lágrimas de whisky. Yo enumero y no puedo parar en la conmoción de querer
estar en la inconsciencia letal que pueda largar todo. Me dibujé un espiral en
la mano para no volver a caer en lo mismo pero más grande. Me fijo en la
cohesión de este texto. Quería caminar bajo el agua de buenos aires con
alguien, amarlo, cogérmelo con tal furia en un pasillito sin que nadie nos vea.
Tal vez podría ser una mujer. Es raro cuando uno no es bisexual querer estar
con alguien de su mismo género. Las complejidades personales llevan a un nivel
de saturación tan superior que queremos drenarlo con la pulsión sexual más
imponente que nos pueda atrapar, la fantasía más grande el fetiche dorado. Pero
eso no es amar a alguien del mismo sexo. Es solamente volcar sobre él las
irresolubles cuestiones que nos usurpan los ojos. Es empezar a besarla y sentir
que sus labios comparten algo de ese trauma e ir bajando y encontrarle lunares
en la panza. Localizar un pupo que esconde mugre pero también pliegue, seguir
animándose y encontrar un clítoris precioso y dispuesto a abrirse a acabar en
la boca, la más preciada arma de las palabras. Es obligar a cerrar la lengua, a
que no pueda salir nada. Morbo más patología. Mezclarlo con un hombre, una
protuberancia hermosa con la que se juega. El hombre te penetra, te la mete, te
hiere espantosamente. Es hermosa esa sensación de privación. No existe cosa
igual. Por eso ninguna mujer podría explicárselo a un hombre, que te estén adentro
es má que una unión, es una batalla campal conocidísima en la que solo se trata
de mover las piezas sabidas de una manera incandescente.
Quiero gritar sin parar
Quiero quedarme sin garganta
Quiero destrabar a este mundo
Quiero que se me hichen las encías
Y me sangren sin parar
Quiero una solución
Y no hay una solución
Vida perfecta
Académicamente correcta
Recreacionalemente perfecta
Estéticamente perfecta
Quiero gritar sin parar
Quiero quedarme sin garganta
Quiero destrabar a este mundo
Quiero que se me hichen las encías
Y me sangren sin parar
Quiero una solución
Y no hay una solución
Vida perfecta
Académicamente correcta
Recreacionalemente perfecta
Estéticamente perfecta
Socialmente
perfecta
Fotográficamente perfecta.
Saludablemente perfecta
No puedo vivir en paz porque se que algún día voy a estar gorda
Lo sé
No quiero hacer mas cosas de las que hago
Fotográficamente perfecta.
Saludablemente perfecta
No puedo vivir en paz porque se que algún día voy a estar gorda
Lo sé
No quiero hacer mas cosas de las que hago
Quiero
dejarlas todas sin haberlas empezado
Quiero dejar de taparme Quiero desnudarme
Y deporte
Quiero solo hacer deporte
Quiero estar linda con el maquillaje corrido
Y habiéndome enamorado de mi mejor amigo
Y quiero llorar hasta cansarme
Quiero dejar de especular
Con la estrategia mental
Quiero des ahogarme
Quiero caminar por buenos aires
Con alguien que solo quiera caminar conmigo.
Florencia Larrarte.