martes, 8 de mayo de 2012

Doblando en el 26.



Esta es una de esas historias que me gustaría decir que le sucedió al amigo de un amigo.
Estaba en el 26, yendo desde Caballito hasta Almagro, que ahora dobla por Gascón, pero antes, en ese momento, agarraba Palestina dando una vuelta rara que nunca entendí con que fin, la cosa es que en esa vuelta pasó esto que pasó. Yo estaba parado a lado de uno de esos asientos para dos, sentado estaba un viejo y una mina. Lo primero que noté fue al tipo, porque se parecía al señor Miyagui, yo me reía interiormente y se ve que en una de esas lo hice externo y la mina me vio y me sonrió, esta misma mina a la que no le había prestado ni atención y esa que tenía mi verga prácticamente en la cara. Me puse todo colorado y me tire para tras, ella se puso roja también. El viejo miraba a cada rato por la ventana, buscando poder leer alguna calle, entrecerraba los ojos tanto que parecían dos líneas, “debe estar por bajarse, esta es la mía”. Estaba ansioso como un niño, que lindo el juego de acercarse a una mina en el bondi e irte a tu casa con su teléfono en el bolsillo. Cuando el viejo empezó a acomodar sus cosas yo ya estaba hasta las pelotas, “listo, me siento alado y encaro”, ella ya estaba blanca y el señor Miyagui se puso la bufanda, pidió permiso, ella se corrió, yo me corrí, el viejo pasó y yo me senté de un sopetón. 
“Hola” le dije, “hola” respondió. No tuve ni tiempo de preguntarle el nombre, porque pasó de blanca a violeta y me vomitó toda la geta.  


Aldana Capellano.

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